
La edad ideal para comenzar una rutina facial puede variar según el tipo de piel y las preocupaciones individuales. Sin embargo, generalmente se recomienda iniciar entre los 12 y 15 años. Durante la adolescencia, la piel comienza a experimentar cambios significativos lo que puede llevar a problemas como el acné. Establecer una rutina a esta edad puede ayudar a prevenir futuros problemas cutáneos y fomentar hábitos de cuidado personal.
Pasos fundamentales de una rutina facial
Limpieza:
Por qué: El primer paso es crucial para eliminar la suciedad, el maquillaje y el exceso de grasa. Una piel limpia es fundamental para permitir que los productos aplicados posteriormente sean más efectivos.
Cómo: Utilizña un limpiador adecuado para tu tipo de piel (seca, grasa, mixta o sensible) y realiza movimientos suaves.
Producto BOR de limpieza: Leche de Pepino.
Tónico:
Por qué: El tónico ayuda a equilibrar el pH de la piel y a cerrar los poros después de la limpieza.
Cómo: Aplicá el tónico en forma de bruma o con un algodón.
Producto BOR Tónico: Bruma Tónica
Suero o tratamiento:
Por qué: Los sueros están formulados para tratar problemas específicos como el acné, manchas o deshidratación.
Cómo: Aplicá unas gotas en tu rostro y masajea suavemente.
Producto BOR suero: Serum Antioxidante
Hidratación
Por qué: Mantener la piel hidratada es esencial para su salud y apariencia. Una buena crema hidratante ayuda a mantener la barrera cutánea.
Cómo: Elegí una crema que se adapte a tu tipo de piel y aplícalaen movimientos ascendentes.
Producto BOR hidratante: Hidratante Facial Vitaminada
Protección solar (por la mañana):
Por qué: La protección solar es fundamental para prevenir daños por los rayos UV, que pueden causar envejecimiento prematuro y cáncer de piel.
Cómo: Aplica un bloqueador solar adecuado, incluso en días nublados.
¿Por qué es importante hacerlo a diario?
Prevención: Una rutina diaria ayuda a prevenir problemas cutáneos a largo plazo, como el acné, la hiperpigmentación y las arrugas.
Salud de la piel: Mantener la piel limpia y bien hidratada mejora su textura y apariencia, promoviendo una piel más clara y radiante.
Autocuidado: La rutina facial se convierte en un momento de autocuidado y relajación, lo que puede contribuir al bienestar emocional y mental.
Resultados visibles: La constancia en el cuidado de la piel permite obtener resultados visibles, lo que aumenta la confianza y la autoestima.
Establecer una rutina facial desde la adolescencia, no solo contribuye a la salud de la piel, sino que también fomenta hábitos de autocuidado que perdurarán a lo largo de la vida. Adaptar los productos y pasos a las necesidades individuales es clave para lograr el mejor resultado.